martes, 22 de mayo de 2018

Cataluña, Tabarnia y libertad

Dado el gran impacto mediático de los acontecimientos políticos que se suceden en Cataluña (referéndum ilegal, declaración de independencia, aplicación del artículo 155 de la Constitución Española, nuevas elecciones autonómicas, etc.) es casi imposible abstraerse de los hechos, incluso para un anarcocapitalista. Pues a pesar de ser una discusión política entre dos estados (o entre una mafia establecida y otra que lucha por ocupar su lugar) es un debate muy atrayente para los liberales.

Pero aunque sea una discusión interesante no es una donde los liberales (y especialmente los anarcocapitalistas) podamos entrar a apoyar una de las partes con opción de obtener resultados positivos. Aquí se aplica el mismo problema que con la participación en elecciones democráticas. Por un lado la complejidad de la elección es gigantesca, uno tiene la tendencia a pensar que un estado más pequeño tendrá menos capacidad de restringir libertades, pero un estado uninacional será más invasivo y también habría que tener en cuenta la historia de destrucción de las libertades de ambos estados (y su siempre discutible pasado, presente y futuro). Por otro lado nuestra capacidad de influir en la decisión es mínima, como en cualquier elección democrática. Luego la rentabilidad de entrar en esa discusión es despreciable.

Sin embargo algo de lo que podemos obtener un verdadero beneficio es de utilizar esta situación como un caso pedagógico de lo intrínsecamente inmoral que es el estado en cualquier tamaño y con cualquier frontera.

Por un lado los nacionalistas han denunciado la violencia del estado central al actuar contra una rebelión. Lo cual no es una sorpresa, pues la violencia es la base del estado; ya sea la violencia usada para evitar que la ciudadanía se oponga al estado central como la usada para prohibir el uso de un idioma que no es del gusto del incipiente estado en ciernes. Ambas necesarias para afianzar el presente de un estado aplastando cualquier oposición, pacífica o no.

Pero por el otro lado los centralistas han hablado del uso de la educación y el control de los medios de comunicación (directa o indirectamente) para el adoctrinamiento y manipulación de la ciudadanía. Algo también difícilmente sorprendente, pues es la base del mantenimiento del estado en el futuro y, por lo tanto, también realizada con fruición por el estado central. Si bien el resultado de la adoctrinamiento del gobierno central no es la proliferación de nacionalistas sino de nuevos socialistas; independientemente de si el gobierno es un estatista de derechas o de izquierdas.

Como beneficio tangencial pedagógico también será interesante a futuro ver cómo el adoctrinamiento generará un cambio en el equilibrio de la violencia estatal hacia el naciente estado periférico, un estado que nacerá indefectiblemente en su momento merced a la violencia.

Mención aparte merece el fenómeno Tabarnia, otra gran oportunidad pedagógica para los anarcocapitalistas ya que resulta una demostración por reducción al absurdo, no sólo del nacionalismo, sino también del estatismo en sí. Pese a ser una supuesta defensa del estado central realmente lo que hace es demostrar la inmoralidad intrínseca de cualquier estado, donde una minoría va a imponer su opinión mediante la fuerza al resto de la población que no la comparte. No es raro por eso que no solo haya sido atacado por los nacionalistas sino también por los centralistas como un chiste peligroso.

Por lo tanto la postura más lógica para los liberales (y anarcocapitalistas en particular) no es entrar en debates estériles sino aprovechar las discusiones entre centralistas y nacionalistas para mostrar las inherentes fallas morales del estatismo.

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